Monday, October 30, 2006

EL ISLAM EN CATALUÑA









Islam en Cataluña


Cataluña, la Comunidad Autónoma española en la que está asentado el mayor número de musulmanes, mantiene relaciones contradictorias con los miembros de este colectivo.
Cataluña, una comunidad económica y culturalmente aventajada, con la suficiente sensibilidad social como para que las organizaciones no gubernamentales que operan en ella elaboren un código ético que regule su funcionamiento, manifiesta actitudes contrapuestas a la hora de encarar la relaciones con los creyentes islámicos. Por un lado nos llegan noticias de la presión social que empuja a los musulmanes, con sus pequeños centros de oración, a retroceder a zonas del extrarradio de la ciudad y de los inconvenientes que expresa el Estado para la inscripción de matrimonios islámicos. Por otro lado nos informan de la apertura de una nueva mezquita en Tarragona. Vaya lo uno por lo otro.




El Islam en Catalunya. Apuntes de una presencia


Por Omar Abu Bilal. Equipo de redacción de Webislam de Catalunya
Allahumma salli ala Seyyidina Muhammad wa ala Alihi wa Sahbihi ajma’in

Az-Zughur aSh-Sharqiia
Catalunya, en el noroeste de la Península Ibérica, punto de encuentro y de paso entre tantos pueblos y tantas culturas, desempeña hoy también el papel de cruce de caminos. Los caminos que se cruzan en la Catalunya actual son el camino del Norte, representado por poderosas entidades económicas y políticas, estatales y supraestatales, también privadas, también multinacionales. El otro camino se llama camino del Sur, y está representado por sus gentes, un poco latinoamericanas, un poco africanas, aunque a la vez asiáticas y de Europa Oriental. Estas gentes se han empezado a fundir en nuestra sociedad.
Esta influencia del camino del Sur no es nueva: a Catalunya llegaron cartagineses, berberes y árabes, y su territorio fue "Zughur ash-Sharqiia", los límites orientales de la islámica al-Ándalus. La civilización islámica en Catalunya es visible hoy día por ejemplo por la topografía. Contamos con pueblos llamados "la Pobla de Mafumet" (este Mafumet no es otro que Seyyidina Muhammad ), "Vinaixa" (o sea, Ben Aisha), "Saneja"(Sanhaya, nombre de una alianza de tribus de Mauritania, como "Benissanet"-Bani Zanata-, legado indiscutible del establecimiento de los Almorávides en nuestras tierras; otros se establecieron en "Mediona", que es el nombre de otra tribu bereber, los Madiuna), "Marata", "Vinganya", "Masmut", "Minfami", "Miravet", "Alfarràs", "Alacanar" y tantos otros topónimos. En algunas comarcas, el porcentaje de topónimos árabes y beréberes llega al 80%. Esto se refleja también en los apellidos, algunos de los cuales corrientes, como Messeguer, Gomà, Codina, Cassany, Galceran, Boada o Amat; en cambio otros ya no son tan corrientes, como Ivorra, Jorba, Gassol, Massutí, Cadafau, Castellsaguer, Xexart, Zamit, Serreinat o Salem. Hay apellidos clarísimamente islámicos: Homar, Sirat, Salat, Aiet. Hay también restos de pertenencias tribales, como Beneseit, Benejam, Bennàser, Benimeli.
Por último, esta presencia se refleja también en nuestra lengua, que se dice que cuenta con unos 8000 términos árabes, aunque esto no es del todo cierto: una parte considerable de ellos provienen del Tamazight, ya que en Sharq al-Ándalus, y por tanto en sus límites, Catalunya, hubo establecimiento de imazighen y no de árabes. A pesar de todo, árabes o imazighen, representaban una cantidad mínima de pobladores. Los musulmanes andalusíes eran en su mayoría de estirpe hispano-románica, pero por motivos religiosos, políticos y culturales se extendió el árabe para los usos lingüísticos elevados y quizá entre los soldados y los campesinos se extendió el tamazight. Así se explicaría la abundancia de términos amazigh en el vocabulario agrícola.
Los grupos étnicos de entonces eran los muladíes, hispanorromanos que aceptaron el Islam y a fines del siglo VIII se habían arabizado, y que eran la mayoría de la población; los imazighen (bereberes), que vivían en pequeños asentamientos (son los pueblos que empiezan por Banu o Beni) y que formaban parte de las tribus Sanhaya, Banu Ganiia, Andara, Auraba, Hauara, Mágdara, Madiuna, Magraua, Maklata, Malila, Zanata, Zuaga y Zuara; hay constancia de asentamientos menores de los Baranis, Ausaya, Magila, Haututa, Malzuza, Saddina, Gumara, Ifrín, Kutama y Nafzaua, en una proporción inferior a los anteriores; los árabes, que provenían en su mayor parte de Yemen, y que crearon asentamientos señoriales e imprimieron su marca en grandes e importantes ciudades como Tortosa o Lleida; sus gentilicios tribales eran Kalbí, Qudai, Ansari, Laiti, Azdí, Gasaní, Haulaní, Yadamí, Lahmí, Tuyibí, Iahsubí, Himiarí etc., que reafirman su procedencia sudarábiga, aunque se sabe que habían dos grandes familias nobles procedentes de la zona de Palestina desde Catalunya hasta Septimania (zona del sur de Francia); los eslavos que eran los esclavos, la mayoría de los cuales provenían de Asia; los mozárabes y los judíos, los dhimmís, algunos de los cuales con enraizamiento anterior en Catalunya a la llegada del Islam; y los negroafricanos, con presencia documentable en Catalunya en el siglo X d.C. Con la invasión cristiana, anterior en Calalunya a la dirigida por los Reyes Católicos, los andalusís van quedando marginados y pierden poco a poco toda su influencia. Aquellos que conservaron su Islam se llamaron en catalán tagarins, palabra que proviene de árabe az-zughri, fronterizo. El resto de la historia ya lo sabemos: los tagarinos se diluyeron completamente con el paso de los años, y sólo nos quedan la toponimia, las palabras, algo de arquitectura, algo de gastronomía. Recientes hallazgos en Seròs y Aitona, localidades cercanas a Lleida, nos demuestran la presencia en el siglo XVII de musulmanes en el Bajo Segre: se han encontrado ejemplares del Corán, unas hojas con hadices escritas en catalán aljamiado y unos amuletos islámicos. Podría ser que esta pervivencia se hubiera alargado unos años más, porque los mudéjares y los moriscos catalanes contaban con la protección de varios señores feudales, que les defendieron de Inquisición y poder real. Aunque llegó el día que los musulmanes catalanes de origen andalusí desaparecen.
A pesar de esto, Catalunya continuó siendo tierra de paso y de refugio.

La Catalunya actual
Dando un gran salto a la historia, llegamos a la Catalunya de los 70. En esta época, en plena descomposición del Franquismo, Catalunya acogía a más de un millón de nuevos habitantes procedentes en su mayoría del Sur de España. Una pequeña parcela de esta gran ola de inmigración estaba compuesta por los primeros inmigrantes de países musulmanes como Marruecos, Senegal y Pakistán.
Catalunya en esta época estaba en plena ebullición política. Había grandes partidos, potentes sindicatos, cientos de pequeñas organizaciones de barrio que luchaban para derrocar el Franquismo e instaurar la Democracia y la Autonomía. Su ideología era mayoritariamente de izquierdas y nacionalista. Su idea de país era la integración plena de todos sus habitantes. De ahí surge la frase famosa, todavía vigente para la mayoría de la gente: "Catalán es aquel que vive y trabaja en Catalunya", independientemente de su origen familiar. Las instituciones públicas, en general, sean nacionalistas o de izquierdas intentan integrar al inmigrante. Integrar es hacerlo competente en el ámbito de la cultura catalana, que conozca algo de ella, que sepa de Catalunya, que se sienta parte de ella.
Antes se integraba a los andaluces o murcianos. Hoy quieren integrar a los marroquíes o los filipinos, por ejemplo.
Este punto es esencialmente conflictivo para nosotros: integrar a un murciano consistía en hacerlo competente en el catalán, que lo hablara o al menos comprendiera. Esto es fácil de conseguir, y muchos de nosotros, catalanoparlantes, tenemos uno de los padres o los abuelos castellanoparlantes. Las diferencias culturales de un andaluz a un catalán no son tan insalvables, ya que nos movemos dentro del marco de la cultura europea moderna, variante mediterránea y católica de origen; unos hacen romerías y los otros aplecs. Unos bailan sardanes y los otros sevillanas pero todos bailan en sus fiestas.
Pero integrar a, por ejemplo, un sirio, tiene un matiz diferente. La religión, la cultura difieren bastante. ¿Integrar a un musulmán de Siria es enseñarle catalán o intentar que participe en las costumbres populares, algunas de las cuales son totalmente extrañas al Islam? ¿Integrar a un musulmán es inculcarle los valores de la Revolución Francesa, punto de arranque de una civilización moderna incompatible con tantos aspectos del Islam?
Aquí surge el dilema.
Hay otro dilema. Un pequeño colectivo, sobre el centenar de personas, son musulmanes de origen familiar cristiano y catalán. Son los musulmanes catalanes. Ya hay segunda generación de musulmanes catalanes, que tiende a integrarse con la segunda generación de los musulmanes de origen foráneo, y juntos están sintetizando un estilo de vida islámico y catalán a la vez. Pero ¿cómo conjugar Islam y Catalanidad? ¿A qué debemos renunciar? ¿Dónde están los límites entre religión y cultura en el Islam?
Aquí es donde presentamos nuestra propuesta, a la sociedad y a las instituciones catalanas: integración sí, pero no disolución. Entendemos la integración como un proceso que debe arrancar de la propia identidad y no en contra de ella. Es vital, para la integración del colectivo musulmán en Catalunya reforzar e institucionalizar las pequeñas comunidades islámicas, la Comisión Islámica de España y todas los elementos de la vida social islámica. Reforzar significa que la gente participe, que las propuestas partan de la base y hagan referencia a las realidades concretas, institucionalizar significa que estas comunidades vayan por senderos seguros, los que marque la ley, que los primeros interesados en que se cumpla seamos nosotros. Tenemos que hacer desaparecer los halos de provisionalidad y de semiclandestinidad para pasar a decir claramente a la sociedad: somos musulmanes y estamos participando como tales.
Un proceso de integración entendido de otra forma va a chocar con el rechazo y a la larga puede generar conflictos, si no en esta generación, en la próxima. Y esto no lo desea nadie.

Un colectivo diverso
Con nuestra adopción del Islam, los musulmanes catalanes adoptamos también factores culturales provenientes de los diversos países musulmanes. Así, por ejemplo, aprendemos a cocinar cus-cus, mezclamos en nuestro vocabulario habitual palabras de origen árabe, ponemos incienso de origen pakistaní… los más atrevidos se visten con ropa tradicional islámica, otros viajan frecuentemente a cierto país, etc. Es decir, somos parte, participamos en la penetración cultural de los musulmanes inmigrantes de una forma natural e involuntaria. Somos un puente entre Dar el Islam y la Catalunya moderna.
Pero no olvidemos que vivimos en sociedad, en una sociedad que no es musulmana, y nuestra vida pública transcurre prácticamente entre no-musulmanes. Este hecho nos influencia. Debido a nuestro origen, podemos participar plenamente también en esta sociedad, y preservar fácilmente la identidad, puesto que hemos crecido en ella y conocemos sus mecanismos. No hay que ignorar tampoco que nosotros, al adoptar el Islam, nos hemos apartado voluntariamente de la tendencia general. Somos selectivos, y medimos bien cada acto, cada paso que hacemos en sociedad.
A pesar de todas estas consideraciones, a nivel individual y a veces colectivo, surgen los problemas de identidad. Estos problemas se producen cuando se rompe el equilibrio y se adoptan posiciones extremas. Algunos se quieren descatalanizar, deseuropeizar, desculturalizar en definitiva en aras de una supuesta islamización "auténtica"; otros abogan por un Islam desencarnado, obviando las aportaciones culturales que nos hacen nuestros hermanos musulmanes de origen, que son nuestros maestros en Islam, y terminan por creerse una especie de élite por su doble carácter de europeos y musulmanes, lo que es arrogancia, vanidad y en cierta manera una forma de racismo.
En cambio, nuestros hijos o de los hijos de los musulmanes inmigrantes, que navegan siempre en aguas difíciles, por vivir un mundo en casa que se parece poco al de la calle, y que han de escoger. A ellos esta dicotomía no les viene ni por elección ni por provenir de una país diferente. Les viene dado ya al nacer.
Imagino que con los años surgirá, entre aquellos que guardan el equilibrio y no entre los paladines del autoodio o del elitismo, la manera de ser musulmán y catalán sin más complicaciones. Nuestros hijos, in sha Allah, nos darán la respuesta.
Lo que vemos por adelantado difícil es que los mitos del catalanismo popular se adapten a una realidad pluricultural y multiétnica: el punto de vista general vincula Catalunya a la Virgen y la montaña de Montserrat, el Barça, las "sardanes" y los "castellers" y a los episodios heroicos y trágicos de nuestra historia, como la Guerra dels Segadors, el Once de Septiembre, los poemas de la Renaixença, etc. en absoluto compatibles con nuestra visión. No olvidemos que el héroe nacional catalán, el que según el mito fundador creó la bandera de las cuatro barras murió a manos de los musulmanes.
¿Habrá que inventar una nueva definición de Catalunya?

Asociaciones, mezquitas, pluralidad de orígenes
Los musulmanes de Catalunya provienen en su mayoría de Marruecos, que en su práctica totalidad son obreros. A continuación está el grupo de senegambianos, es decir, de inmigrantes de Senegal y Gambia, que bajo todos los aspectos forman una unidad cultural y que se dedican en su mayoría al comercio y la agricultura. Los terceros, pero en ascenso, son los pakistaníes, con una gran vitalidad en el campo comercial. Y ya los otros: musulmanes de Próximo Oriente, de Argelia, de Túnez, algún turco, iraníes, los autóctonos … pero con menor presencia.
Su incidencia en el campo asociativo islámico es la siguiente: las mezquitas y asociaciones de musulmanes están fundadas y son mantenidas principalmente por los marroquíes, los senegambianos y los pakistaníes. Los demás solo tienen una incidencia puntual, a nivel de individualidades. Esto configura un mapa asociativo muy concreto entre los musulmanes de Catalunya, donde predominan las asociaciones de musulmanes sunníes y una asociación muy concreta, Yama’at at-Tabligh, yama’at dedicada al da’wa y con una orientación salafi moderada y apolítica. Otras asociaciones con presencia son Idara Minhaj ul Qorán, de Pakistán, que reivindica el Islam tradicional de Ahl as-Sunnat wal Yama’at; el Movimiento Al-Morabitun; hay presencia también de las turuq Naqshabandi, Alawi, Chishti, Muridi, Tiyani, Qadiri, Sohrawardi;asociaciones chiítas en el toda el área metropolitana de Barcelona, como la Hermandad Imam Rida (a.s.); y esparcidos hay núcleos salafis de un mensaje más centrado en temas sociales.

La C.I.E. y el tejido asociativo islámico catalán
En Catalunya están forman parte de la FEERI las mezquitas de Banyoles, en la provincia de Girona; el Centro Islámico de Barcelona, sito en la ciudad homónima; la Comunidad Islámica de Rubí, en Rubí, provincia de Barcelona y el Centro Islámico Camino de la Paz de la Ciudad Condal, la Comunidad Islámica del Baix Penedès, en la comarca homónima, la Comunidad Religiosa Islámica An Nur, de Barcelona. Estamos a la espera de la aceptación definitiva de la Comunidad Musulmana de Girona, el Centro Islámico de Sabadell y la Hermandad Imam Rida (a.s.) en Barcelona. Esto a pesar de la gran cantidad de mezquitas y de comunidades islámicas presentes en Catalunya. ¿Qué pasa, entonces?
Se conoce poco y mal el Acuerdo de Cooperación entre el Estado y la Comisión Islámica, se conoce mal a la Comisión Islámica de España, se conoce mal un montón de temas relacionados con nuestro trabajo. Las razones son: falta de coordinación entre asociaciones islámicas, falta de información, tal vez falta de interés.
La Delegació de Catalunya de la Comissió Islàmica d’Espanya , que se ha comenzado a constituir desde el pasado mes de Ramadán de 1417 (Febrero 1997) se ha fijado como objetivo a largo plazo cambiar radicalmente esta situación para adecuar a la legalidad vigente las asociaciones y lugares de culto islámicos en Catalunya y para la mejora integral de estas asociaciones y sus miembros.
Es este momento, estamos trabajando para dar a conocer la Comisión Islámica de España a los musulmanes y a las administraciones públicas, en un proceso poco vistoso pero necesario en los inicios.
Una de los primeros trabajos concretos desarrollados ha sido participar en el proceso de legalización de las mezquitas de Barcelona, que además nos ha invitado a formar parte del Consejo Interreligioso que piensa formar; hemos intervenido también en la polémica en la que se ve envuelta la Comunidad Musulmana de Premià de Mar, en el sentido de asesorarles; hemos actuado cerca del Ayuntamiento de Girona; en Rubí en varias ocasiones; en el Registro Civil de Barcelona, para tratar de unas irregularidades que había con la inscripción de matrimonios musulmanes y otras actuaciones.
Hasta aquí una historia que in sha Allah tiene que continuar y fructificar en diferentes sentidos, para bien del Islam y de Catalunya.

OBCAT

PRIORATOGENERAL DE ESPAÑA

ORDEN BONARIA